Homilía en la Solemnidad de Santiago, hermano de san Juan

Apóstol, Mártir y Patrono de España

En un apéndice musical del Codex Calixtinus (s. XII) encontramos el Dum Pater familias: el más antiguo canto de los que peregrinaban a la tumba del Apóstol Santiago en el Campus Stellæ [Campo de la Estrella].
La primera estrofa de esta bellísima composición dice así: Dum Pater familias/ Rex universorum/ donaret provincias/ ius apostolorum/ Jacobus Yspanias/ lux illustrat morum. [Cuando Dios Padre/ Rey del Universo/ distribuyó los territorios/ entre sus apóstoles/ escogió a Santiago/ para ilustrar España].
En el día del natalicio de Santiago, queridos hermanos, ofrecemos el Santo Sacrificio dando gracias a Dios por el gran privilegio que nos concedió al darnos uno de los Doce para ilustrar nuestra Patria. Al Señor Jesús le pedimos que vivan entre nosotros las enseñanzas de este Apóstol para soportar valientemente las tentaciones, tolerar con paciencia las penalidades presentes y alcanzar la vida eterna (cf. Oratio ad Pacem), que es la meta de nuestra peregrinación terrena.
En el camino de la vida, especialmente en los momentos de “noche oscura”, necesitaremos un compañero de camino que nos aliente a llegar hasta el final. Santiago será un magnifico compañero que nos aconsejará y enseñará a orar a fin de que no desfallezca nuestra fe y, con toda la devoción de nuestra alma y aún con lágrimas (cf. Oratio Admonitionis), para que se nos conceda la gracia de alabar, junto al coro de los apóstoles y de los mártires, al Cordero degollado que vive y reina por siempre.
Pero además de una buena compañía necesitamos llevar en nuestra alforja los alimentos y las medicinas que nos permitan tener siempre una óptima salud de alma y cuerpo. Por eso, hemos de suplicar también al Santo Apóstol que tengamos la misma fortaleza y poder que él tuvo a fin de que, arrojando en el nombre de Cristo los poderes del demonio, podamos alcanzar la victoria; así, defendidos de los ataques enemigos, por el poder del Espíritu (cf. Oratio Alia), triunfará el reinado de Aquél que se dignó coronar a nuestro Apóstol con una triple corona: la de Apóstol, la de Mártir y la de Patrono de España.
Pero qué ocurrirá, queridos peregrinos, si durante nuestro caminar somos mordidos por la serpiente, cayendo en el desánimo o la desesperación… Pondremos nuestros ojos en el Santo Adalid que, como dice la Illatio de la Misa de esta Solemnidad, sanó a un paralítico cuando era llevado al tormento, ya que le movía más la compasión por su hermano, que sufría al no poder caminar, que por él mismo que era conducido al martirio.
Sigamos su ejemplo, queridos hermanos, sometámonos a la voluntad del Señor y vivamos en paz el resto del tiempo que nos queda por vivir; a ejemplo del Apóstol Santiago, con amorosa devoción, llevemos el yugo con la misma alegría con la que él fue al martirio (cf. Oratio Post Pridie).
Pidamos la sabiduría que Jesucristo dio a sus Apóstoles porque, como dice una conocida coplilla: “La ciencia más acabada/ es que el hombre en gracia acabe/ pues al fin de la jornada/ aquél que se salva, sabe/ y el que no, no sabe nada”.
Hemos de insistir aún más, queridos cristianos, que el camino con la mochila ligera de peso es más llevadero; cuántos pesos inútiles en la mochila de la vida… Aprendamos del Apóstol que, dejando las redes siguió con entero corazón a Cristo, Hijo de Dios Padre (cf. Benedictio), convirtiéndose así para nosotros en modelo a imitar, pisando sus huellas y siguiendo los hitos que él nos ha dejado a largo del camino.
Devotos todos del Santo Apóstol, cuyo sepulcro, según la tradición, se conserva en la ciudad que lleva su nombre, la última estrofa del citado canto de peregrinos dice así: Jacobe propicio/ veniam speremus/ et quas ex obsequio/ merito debemus/ Patri tam eximio/ dignas laudes demus. [Esperemos que Santiago/ nos otorgue su perdón/ y siempre obsequiosos/ al mérito que le debemos/ a Padre tan excelso/ dignas alabanzas demos].
Cristo, vencedor de la vida y de la muerte, que está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso y que es nuestro camino, verdad y vida, atienda nuestras oraciones, en este día y en todo tiempo, ya que él es el único mediador ante el Padre celestial (cf. Oratio Post Gloriam) capaz de hacernos llegar, victoriosos, al final del camino para gozar eternamente, junto al Patrón de las Españas, de la gloria que no tiene fin.

Salvador Aguilera López
__________________________________


* Homilía pronunciada en la Eucaristía celebrada en Rito Hispano-Mozárabe en la Iglesia de Santiago de Sevilla el día 30 de diciembre de 2017; organizada por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Sevilla.